El 9 de noviembre de 2002, Encarni y Gema Sánchez Homs, realizaban guardia nocturna en el tanatorio de la Ciudad Autonómica de Ceuta. Aunque normalmente, del turno nocturno se enc
omienda a una única persona, aquella noche al no haber óbitos en el edificio, se decidió que fuesen dos las personas encargadas de velar por la seguridad del recinto.
La noche pasaba con total normalidad, cuando a las tres de la madrugada, mientras las empleadas de seguridad realizaban una ronda de vigilancia, un lamento de mujer emergió de la nada. Asustadas por aquel desgarrador sonido, que se repetía sin cesar, las mujeres decidieron salir del edificio pensando que el llanto podía provenir de alguna persona que se encontrase en las cercanías del tanatorio. Una vez en el exterior, sorprendidas, comprobaron que en las inmediaciones del edificio no había absolutamente nadie.
Hecha la comprobación, decidieron encaminarse al interior del tanatorio para inspeccionar las dependencias del mismo. Fue entonces, cuando Encarni y Gema se percataron de que el sonido procedía de las escaleras situadas justo al lado del cuartillo destinado al guardia de seguridad. Sin embargo, una vez más, no hallaron absolutamente nada. Inquietas y desconcertadas llamaron a la policía para informar de lo sucedido.
A los pocos minutos, cuatro patrullas de policía se personaron en la zona. Mientras dos de los agentes custodiaban la puerta, los otros seis operarios accedieron al tanatorio. Aún, podían escucharse aquellos lamentos de mujer de los que las empleadas habían informado en su llamada, así como el sonido de golpes secos que retumbaban en todo el edificio. Estupefactos, los agentes revisaron toda la instalación sin poder dar una explicación lógica a lo que allí acontecía.
Los agentes decidieron preguntar a los vecinos de las instalaciones colindantes para averiguar si éstos habían visto u oído algo. Así fue como el vigilante de la empresa petrolífera D.U.C.A.R se convirtió en el noveno testigo de los sucesos paranormales que aquella noche de noviembre se estaban produciendo en el tanatorio de ceutí.
En un desesperado intento por encontrar una razonable explicación a la situación, los policías decidieron inspeccionar de nuevo la planta superior. Sin embargo, el misterio no hizo más que aumentar, ya que mientras que las personas que se encontraban en la planta baja tenían la sensación de que los ruidos provenían de arriba, los agentes que inspeccionaban la segunda planta tenían la impresión de éstos procedían de la planta de abajo. Finalmente, los agentes optaron por volver a comisaría para redactar el parte oficial de la salida.
Pero, aterrorizadas por los espeluznantes lamentos y golpes que se escuchaban en las dependencias, Encarni y Gema decieron volver a llamar al cuerpo policial, que nuevamente se personó en la zona hasta que alrededor de las cinco y media de la mañana los sonidos cesaron.
A la mañana siguiente, los bomberos peinaron la zona sin encontrar la más mínima señal que pudiese aportar luz al caso. El rastreo se cerró con los cadáveres secos de un grupo de golondrinas, dos gaviotas y algunas cucarachas hallados en la zona del tejado que daba a la escalera de donde pareció emanar el fenómeno psicoacústico.
Pero, los acontecimientos ocurridos aquel nueve de noviembre en el tanatorio de Ceuta, no suponen un caso aislado de fenómenos paranormales en este edificio. De hecho, se ha llevado a cabo más de una investigación para esclarecer de dónde proceden los llantos y lamentos que en más de ocasión han podido escucharse en dicha instalación. Aunque ninguna investigación ha llegado a buen puerto, hoy conocemos que detrás del tanatorio existió un hospital para enfermos de tuberculosis y que las piedras que constituyen los muros del interior del tanatorio contemplaron en tiempos de la Guerra Civil un sinfín de ejecuciones. Quizás, estas piedras se limiten a reproducir el dolor del que un día fueron testigo o quizás esconden otro misterio que todavía hoy no alcanzamos a descifrar, cómo dirían Mulder y Scully, la verdad está ahí fuera.